jueves, 2 de febrero de 2012

La guerra inacabada. El conflicto palestino-israelí


Sobre la centralización del conflicto de Oriente Próximo

Gilert Achcar. Le Monde diplomatique // EL ATLAS HISTÓRICO. Historia crítica del siglo XX.

Tras la primera Guerra Mundial, se hace evidente el factor que determinará el reparto de los restos del Imperio Otomano: el interés por el petróleo. Asegurándose la mejor parte, el Imperio Británico toma el control de Irak, zona petrolera, y de Palestina, salida hacia el Mediterráneo.
La promesa que hizo lord Balfour al movimiento sionista en 1917 por la cual facilitaría el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío se inscribe en la óptica colonial de la época: el Reino Unido deseaba favorecer de este modo el asentamiento de una colonia de población europea que, al depender considerablemente de la protección británica, constituiría un bastión imperial en Oriente Próximo. Pero este proyecto no tenía en cuenta la reacción árabe que suscitaría dicha empresa. Las tensiones surgen en Palestina a partir de los años 1920, con el progreso de la colonización sionista. Al término de la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido se desentiende del conflicto y le confía el caso a las Naciones Unidas. La partición de Palestina, con la creación de un Estado judío en el 56% del territorio de la Palestina del mandato, se vota en noviembre de 1947.



Los enfrentamientos entre árabes y judíos se convierten entonces en conflicto regional, y los Estados limítrofes entran en guerra tras la proclamación del Estado de Israel  el 14 de mayo de 1948. Al final de la primera guerra árabe-israelí, en 1949, Israel controla el 78% del territorio de Palestina -despojado de la gran mayoría de sus habitantes árabes, que han sido expulsados o se refugian fuera de la zona de combate, sin estar nunca más autorizados a regresar a sus hogares. Durante una primera etapa, el nuevo Estado teje unas relaciones privilegiadas con Francia sobre todo, así como con el Reino Unido. Con la ayuda de estas dos potencias, ataca Egipto, a raíz de la nacionalización de la Compañía del Canal de Suez en 1956. Esta agresión tripartita es bloqueada por la acción convergente de Washington y de Moscú.

Hacia mediados de los años 1960 y ante la creciente oleada de nacionalismo árabe aliado de Moscú, Washington hace de Israel un aliado estratégico, incrementando su apoyo financiero y militar. En junio de 1967, durante la Guerra de los Seis Días, Tel Aviv asesta un golpe fatal a los dos regímenes árabes más radicalmente opuestos a Estados Unidos: Egipto y Siria. Al mismo tiempo, el joven Estado acaba por adueñarse del territorio de la antigua Palestina del mandato, provocando el problema de los territorios ocupados que se suma al de los refugiados de 1948.
La cuarta guerra árabe-israelí, llamada del Yom Kipur o del Ramadán, en octubre de 1973, termina con una modificación crucial de la situación estratégica en Oriente Próximo: el presidente egipcio Anuar el Sadat, tras haber roto relaciones con Moscú, asienta su país bajo la influencia estadounidense y firma una paz separada con Israel. Sin embargo, Estados Unidos no consigue establecer su presencia militar masiva en el corazón de la zona petrolífera de Oriente Próximo hasta 1990, con ocasión de la crisis del Golfo. Tras la derrota de Irak en 1991, George H. Bush aborda la regulación de la cuestión palestina, tal como se había comprometido ante los colaboradores árabes de la coalición; le presión de Washington a favor de un proceso de paz irrita a Tel Aviv, y las relaciones entre Israel y Estados Unidos experimentan su tensión más fuerte desde los años 1950. De este acontecimiento surgirán los acuerdos de Oslo de 1993 entre Palestina e Israel.


El fracaso de este proceso en el año 2000 coincide con la elección de George W. Bush. La invasión de Irak en 2003, el estancamiento de Estados Unidos en el Golfo y su prolongada intervención en Afganistán realzan la importancia del aliado israelí. Desde 2001 hasta 2010, este tiene campo libre para su enfrentamiento con los palestinos.

Los fracasos militares de Estados Unidos han dado lugar a una tesis que atribuye su invasión de Irak, que se estima contraria, a su interés nacional, a la influencia del lobby pro-israelí. A esta idea se oponen, por un lado, el hecho de que el gobierno de Ariel Sharon intentara convencer a la Administración de Bush de que atacase Irán; y, por otra parte, el que los halcones de dicha administración, partidarios de la perpetuación del imperio estadounidense en este siglo de agotamiento de las reservas petroleras mundiales, estuvieron preparando durante  mucho tiempo la invasión de Irak.


Un film:
Paradise Now

Khaled y Said son dos jóvenes palestinos, amigos desde la infancia, a los que reclutan para llevar a cabo un atentado suicida en Tel Aviv. Después de una última noche con sus respectivas familias, de las que no les está permitido despedirse, parten hacia la frontera con explosivos pegados al cuerpo. Sin embargo, nada sale como estaba previsto y una serie de contratiempos les obliga a separarse. Entonces tendrán que replantearse su vida y sus convicciones.

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