Rosa Parks, la mujer negra que desafió a la América blanca
En
1955, Parks se negó a ceder su asiento en un autobús público de Alabama e
impulsó el fin de la segregación racial en EEUU
JESÚS CENTENO//
09.12.2007 21:11
En 1955, Rosa Parks
tenía 42 años. Afroamericana, natural de Montgomery, Alabama, e hija de un
carpintero y una maestra de escuela. De profesión, costurera. Pero además,
secretaria y ayudante en la Asociación Nacional para el Avance del Pueblo de
Color.
En aquellos años, los
negros sufrían en EEUU la humillación -especialmente en el sur- de no poder
compartir con los blancos los mismos lugares públicos: escuelas, restaurantes,
salas de espera... la segregación llegaba al punto de que en los baños se
mostraban letreros de ‘sólo blancos’ o, directamente, ‘negros no’. Las leyes Jim
Crow, heredadas de la esclavitud del siglo XIX, fueron diseñadas para que los
afroamericanos se sintieran inferiores y así mantenerlos marginados de la
sociedad.
Gente como Rosa Parks
tenía claro que las cosas podían cambiar. El 1 de diciembre de 1955, cogió un
autobús público para volver a su casa. Por entonces, los vehículos estaban
señalizados con una línea: los blancos adelante y los negros detrás. Así, la
gente de color subía al autobús, pagaba al conductor, se bajaba y subía de
nuevo por la puerta trasera.
Parks se sentó en los
asientos del medio, que podían usar los negros si ningún blanco lo requería.
Cuando se llenó esa parte, el conductor le ordenó, junto a otros tres negros,
que cedieran sus lugares a un joven blanco que acababan de subir. Éste ni
siquiera había pedido el asiento, dijo después Parks en una entrevista a
la BBC. Los otros se levantaron, pero ella permaneció inmóvil.
El autobusero trató
de disuadirla. Debía ceder su asiento, es lo que marcaba la ley. Voy a hacer que te arresten, le dijo el
conductor. Puede hacerlo, respondió
ella. Cuando la policía le preguntó que por qué no se levantaba, contestó con
otra pregunta: ¿Por qué todos ustedes
están empujándonos por todos lados?
Mientras
más obedecíamos, peor nos trataban, asegura Parks en
sus memorias. Aquel día estaba fatigada y
cansada. Harta de ceder. Por el lance del autobús, Rosa Parks pasó la noche
en el calabozo, acusada de perturbar el orden público y pagó una multa de
catorce dólares. Sin embargo, el caso trascendió y acabó por dar voz a los
movimientos por el fin de la segregación que ya habían comenzado a hacerse
notar.
ndignado y hastiado, un joven y desconocido pastor bautista llamado Martin Luther King organizó una oleada de protestas contra la segregación en los autobuses públicos de Montgomery que duró 382 días. Los treinta mil afroamericanos que participaron hicieron marchas de hasta nueve kilómetros, y cuando les preguntaban cómo se sentían, algunos respondían: Mis pies, cansados. Mi alma, ¡liberada!
Mientras, el caso
Parks llegó a la Corte Suprema del país, que declaró que la segregación era una
norma contraria a la constitución estadounidense, que declara iguales a todos
los individuos de la nación. Un año después, el gobierno abolió cualquier tipo
de discriminación en los lugares públicos.
Parks, que falleció en 2005 a los 92 años, continuó
luchando durante el resto de su vida por los derechos civiles de los
afroamericanos. En 1999, recibió la Medalla de Oro del Congreso de los EEUU.
Un film:
Criadas y señoras
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